Estos días leí una reflexión en linkedin sobre «como tratar a los becarios», en Nolegaltech, despacho con el que colaboro, hemos tenido varias becarias, así que hoy quiero hablar de los becarios jurídicos.
Unas ideas previas.
Todos hemos sido becarios jurídicos alguna vez.
O pasantes.
O alguna figura parecida que nos lleve a tener ese papel de «aprendiz».
Lo cierto es que el papel de pollo del derecho ha tenido un hilo de pensamientos constante en mi cabeza.
Incluso empecé un cómic al respecto, lo publiqué en un rincón que me dejó Francisco Rosales.
Empezó muy bien, porque en ese momento recordaba la experiencia como becaria con mi primer jefe, tenía la ilusión de quien ve un planeta nuevo sin explorar y todo es una nueva experiencia.
Sin embargo… Nunca publiqué las últimas 4 páginas, porque acababa mal.
Las promesas incumplidas.
Hay una cosa que siempre me ha molestado, seguro que a ti también.
Me molestan las personas que prometen algo y no lo cumplen.
Nunca acabé el cómic porque me habían propuesto entrar como «aprendiz» en un despacho, colaborando para «aprender» muchísimo y «salir siendo mejor profesional».
Una situación que no sólo me pasaba a mi, sino a muchos compañeros de mi promoción.
Alguna dejó el derecho a los 2 meses de estar como becaria en un pequeño despacho porque se dio cuenta de que ese tipo de vida no era para ella.
Y casi todos acabamos con muy mal sabor de boca, sintiéndonos poco valorados, o que habíamos perdido el tiempo, que para lo que hacían (no era tan difícil) podría haber hecho un curso y aprendería más.
Total que el final del cómic refleja esa amarga situación de sentirse mal como becario tras charlar de todas estas malas experiencias con un café sobre la mesa.
Cuando acabé de dibujar las cuatro páginas pensé que no valdría la pena mostrar esta realidad, porque debe cambiar.
Y cambiará.
Mi propia maestra, al menos en parte.
Así que dibujado el pasado lo enterré en algún disco duro y decidí ser mi propia maestra.
A golpes también se aprende y no me importa caerme, rasparme las rodillas y volverme a levantar dos veces. De un salto mejor.
Por el camino, tuve suerte, lo he dicho muchas veces, tuve la suerte de encontrarme con personas que, sin pretenderlo, han sido mis mejores maestros.
Los becarios jurídicos a los que debemos cultivar.
En cierto momento prometí solemnemente que cualquier becario o persona que empieza que estuviera cerca de mi tendría todo aquello que no tuve.
Vaya…
Acabo de sonar como nuestros padres
¿A que sí?
Pero es que es lo menos que puedes hacer por un becario, en especial si es del sector jurídico.
Salimos de la carrera más perdidos que un pulpo en un garaje ¿Por dónde podemos empezar?
Hay quien pilla un curriculum muy largo, una presentación corporativa de internet y la retoca, sigue estudiando a lo loco, lo que sea; la cuestión es que busca refugio en algún sitio.
Buscan un mínimo de seguridad en un mundo hostil.
Una reacción normal.
Así que, creo y entiendo, que los que llevamos tiempo podemos darles ese refugio y cultivarlos.
Como aquel que cultiva flores.
Si tienes a alguien a cargo, necesitarás dedicarle mínimo, una hora al día, para enseñarle. No creas que es tener a alguien en el despacho para que sea machaca y luego se vaya.
Explícale con cariño qué estás haciendo, por qué, el trasfondo del trabajo y como encararlo.
Lo que ves sencillo, lo que ves complejo, como salir de esas situaciones complicadas que aparecen cada poco.
Ayúdale a dominar el lenguaje con el cliente y con los juzgados.
Lánzalo a una reunión por sí mismo y luego le invitas a un café para escucharle.
Felicítale por sus pasos y corrígele con cariño lo que puede llevarle por mal camino.
Enséñale más que el derecho, enséñale a ser empresario, a venderse, a captar clientes para seguir creciendo.
¿Qué tienes miedo de que se vaya después de formarle?
Me parece que tendrías que darle una vuelta a ese pensamiento.
Siente el orgullo que sienten los padres cuando sus chiquillos pueden volar solos.
Siente la felicidad desinteresada de haber hecho crecer a una persona.
Queridos becarios jurídicos.
Lo anterior es para quién te enseña. Ahora quiero hablarte a ti.
No podré darte la chapa durante una hora o más como hago con las becarias que están o han pasado por Nolegaltech, pero te diré lo primero que siempre les digo, más tarde o más temprano:
Siempre habrán mil primeras veces, la vida es muy corta para que no fuera así. Habrá una primera vez que te olvides una reunión porque ibas a muerte con el trabajo, un día de llorar porque estás en día de gracia y temes no llegar.
Habrá una primera felicitación por parte de un cliente, habrá una primera sentencia favorable, una negociación bien acabada, un presupuesto tan gordo que te haga pensar que eres el futuro Jeff Bezos. Cientos de momentos que te hagan pensar que esto vale la pena.
Disfrútalos y aprende de ellos.
Durante este camino largo, sinuoso e inhóspito, actúa con la actitud del que no tiene miedo, del que no siente necesidad, del que no se preocupará en muchos años por no llegar a fin de mes.
Porque esa actitud, primero, crea confianza y, segundo, vende seguridad.
Vender seguridad es muy importante.
Huye del sitio donde te dejan solo a tu suerte y no te enseñan, porque ,entonces, no están cumpliendo su promesa: enseñarte.
La única razón por la que alguien que empieza puede aceptar un sueldo bajo y trabajar más horas que tiene el día es para aprender y si no te enseñan ¿para qué sigues allí?
¿Para que en algún momento les digas que quieres un aumento de sueldo? ¿Decirles qué quieres quedarte a trabajar allí? ¿O para irte con mal sabor de boca?
La formación continua no quiere decir que te metas en ocho másteres y nueve cursos, la formación continua es entrenar a tu cerebro a seguir estudiando y analizar la ley, como hace nuestra más exquisita doctrina y jurisprudencia.
Cuando jurista enloquecido hablaba de ser jurista de reconocido prestigio puede que sonase a broma, pero tomárselo en serio puede darte inesperadas sorpresas.
No tengas miedo a compartir conocimientos y trabajar la seguridad que transmites al haber estudiado la materia. Compartir es crecer y te encontrarás con muchas manos que compartirán contigo a su vez.
Lo más importante:
Si quieres seguridad no la busques en nadie más, porque al final del día el único que podrá salvarte eres tú.
Si, es cierto, podrás contar con buenos compañeros de tormentas, que te podrán echar un cable y darte una mano.
Pero, al final del día, tu único puerto seguro, eres tú.
P.D Quién sabe.
¡Ala! Ya me quedo contenta.
A los alumnos de clases en el master también les doy la chapa, a los de la Legal academy mucho más, y a mis amigas que empiezan les tiro a la piscina para que naden sin pensarlo.
A los que no les puedo dar la chapa: esto es lo mínimo que quería decir sobre los becarios jurídicos, podría hablar más, pero quién sabe, a lo mejor podamos hacerlo en un café, en un evento presencial o en cualquier lugar.